sábado, 11 de julio de 2009

Pensamientos de un Corazón



En un segundo caí al abismo y desperté de éste hermoso sueño. Ya había aprendido a sobrellevar las cosas, pensando erróneamente de que algún día mi alma gemela en turno iba a cambiar.
Cientos de cartas no bastaron, ni tampoco una que otra canción que le escribí en mis momentos de compositor, que mientras escribía, mi corazón pensaba que esto llegaría a su alma, pero ni siquiera una sonrisa recibía a cambio.
Ahora he decidido tomar otro rumbo, mi espíritu está perdido en ése sendero oscuro y lleno de maleza. Creí que sería la mejor opción, y lo sigo creyendo, pero el dolor junto con un poco de amor a veces me detiene.
Ahora sólo en un cuarto que he podido rentar, veo las horas que pasan en ése pequeño reloj de buró, mientras que yo sigo sumergido en mis mismos pensamientos.
Mi mente está en una nube espesa de dudas, pienso en por qué me enamoré de alguien que desde un principio me demostró que no me amaría. Me aferré tanto a ése amor fallido, en dónde perdí mil veces mi dignidad, con el único objetivo de estar cerca de ése podrido amor.
Las calles frías y viejas que rodean mi nuevo hogar, me hunden en recuerdos, en nostalgia, en tristeza. Pero escucho una ligera voz en mi interior y me da fuerzas para continuar, que bien que ahora ya la escucho, aunque muchas veces los lamentos de mi corazón y los gritos de la dureza impiden que escuche esa apagada voz.
Volví a encontrar la razón por la cual estoy aquí, aunque ahora es un tanto más difícil lograr ese objetivo, ejércitos de obstáculos se oponen para que llegue victorioso a la meta. Trato de no desesperarme y buscar soluciones, ya que la caricia de la angustia es constante.
Hoy digo “adiós” a ése amor que me hizo tanto daño, que hirió y mutiló cuantas veces quiso a mi alma y a consecuencia a mi corazón moribundo.
Cabe mencionar que la soledad no me ha abandonado, encontró un buen refugio en mi vida. Cuando camino en estas calles de piedra, pienso en las millones de personas que las han pisado, que han andado sobre ellas, y ahora yo junto con mi inseparable soledad pasamos a ser historia de éste sendero en Coyoacán.
La lluvia es el escenario perfecto para mi alma, mis lágrimas a veces se asoman para reclamarme que se están agotando; y es que en realidad éste tiempo que llevo viviendo en ésta gran ciudad he llorado más que toda mi vida antes de llegar aquí, quizá es por ello que llueve tanto.
Ya no sé si quiero volver amar, tampoco sé si quiero que me amen, lo único que sé es que quiero a alguien que sea velador de mis pesadillas, que al despertar un beso sea el más hermoso verso de amor jamás escrito, que al acariciarme sea la sensación más dulce que pude haber sentido, que mis palabras tengan un destino y no se pierdan en el vacío. Mi corazón lo pide a gritos, pero también mi alma está a la defensiva.
Salgo a caminar imaginando que mi vida sea como una película, visualizo la locación y cada transeúnte es un personaje de mi nueva historia que estoy tratando de crear.
El miedo es constante, la soledad mi compañera, la angustia me canta más que las aves, y la tristeza es mi guía.
La melancólica melodía que suena ahora cala mis sentimientos, y una dulce amargura se va apoderando de mi pecho, se instala y voy sintiendo como poco a poco crece, la pluma se desliza tan rápido como puede por éstas líneas intentando matar a éste amargo sentimiento, y mis ojos fijamente sobre la hoja se compadecen de sí mismos y se dicen uno al otro “ésta noche será una más”.

2 comentarios:

  1. las cosas cuando son del corazón son perfectas, como este escrito, como el amor y la ilusión, lo mejor es que no se agotan, cada vez son mejores. ánimo!.

    ResponderEliminar
  2. Creo que tienes fuerza y animo para enfrentar destino....

    ResponderEliminar